A lo largo de la historia las
protestas y manifestaciones han sido motores de cambio y factores esenciales
que contribuyeron a la promoción de los derechos humanos. En todas las regiones
del mundo y épocas de la historia, líderes y activistas han liderado e
inspirado movimientos de protesta que prepararon el terreno para los logros
conseguidos en la esfera de los derechos humanos.
Concluyendo con nuestra selección
de líderes sociales y políticos, recordaremos a:
JOSÉ MUJICA
José Alberto Mujica Cordano nació
el 20 de mayo de 1935 en el barrio Paso de la Arena de Montevideo, Uruguay. Dedicó
varios años de su vida a estudiar la ganadería de todo el mundo para conocer lo
que era la mayor riqueza de su país. Después, en el liceo militó en su primera
agrupación libertaria, perteneciente al Partido Nacional, cuyo lema era
"Que te echen del trabajo por pelear, pero no por arrogante.”
A mediados de la década de 1960
fundó el Movimiento de Liberación Nacional (MLN Tupamaros), junto con Raúl
Sendic y otros compañeros. Esta actividad lo llevó a caer prisionero y
permanecer preso durante catorce años en diversas unidades militares. Formó
parte del grupo del MLN conocido como Los Rehenes, entre los que se encontraban
el líder y fundador Raúl Sendic y Eleuterio Fernández Huidobro, ex senador por
el Frente Amplio y actual ministro de Defensa Nacional, entre otros.
En 1985 retornó el orden
democrático al Uruguay. Entonces quedó en libertad el grupo de presos
políticos, favorecido por una amnistía. Al reconstruirse el MLN, sus militantes
pasaron a ser considerados por la izquierda como Los Históricos.
Luego de algunos años de apertura
democrática, Mujica creó junto con otros referentes del MLN, sectores de
izquierda e independientes el Movimiento de Participación Popular (MPP), dentro
de la coalición de partidos Frente Amplio.
Ganó las elecciones
presidenciales de Uruguay en 2009. Durante su mandato ha logrado recuperar
derechos laborales, fijado pautas salariales, nuevas condiciones laborales y
leyes sociales por las que los trabajadores del campo deben laborar únicamente
ocho horas diarias. Su trabajo también se ha extendido a las personas que
habían permanecido excluidas del sistema, la gente que se refugió en
asentamientos situados en los alrededores de la capital uruguaya. Mujica
implementó procedimientos asistenciales para este sector de la población y
desarrolló programas de autoconstrucción de viviendas, gracias a lo cual los
asentamientos se legalizaron, dotándolos de servicios. Como resultado, 98% de
la población uruguaya tiene agua potable y 70% dispone de una red de
saneamiento público. Por si eso fuera poco, Uruguay se convirtió en el
principal exportador de software de América Latina.
Ha aprobado leyes que han
cambiado su nación y ponen sobre la mesa la pauta para que otros países lo
imiten. Él "es admirablemente humilde. Con franqueza inusual para un
político, se refiere a sus nuevas leyes como un experimento. Vive en una
humilde casa de campo, va a trabajar en un Volkswagen y vuela en clase turista,
dona 87% de su sueldo a un proyecto de viviendas para personas de muy bajos
recursos, quedándose con sólo dos mil dólares. Modesto pero audaz, liberal y
amante de la diversión.”
Acertadamente afirma Mujica:
"Hay que desacralizar la presidencia". 28 "La distancia de los
políticos con la gente está creando mucho descrédito, y la peor enfermedad es
la de los ciudadanos que no creen en su gobierno. [...] En los países grandes
hay núcleos económicos que pesan sobre los gobiernos con un poder del diablo.”
En diciembre de 2013, Uruguay fue
nombrado el país del año por The Economista el medio declaró: "Los logros
que más merecen este nombramiento, creemos, son las reformas para abrir camino,
que no sólo mejoran a una sola nación, sino que podrían beneficiar al mundo.”
Tiempo después, Mujica visitó
Washington, y en una conversación "sin corbata", muy a su estilo,
Obama opinó sobre él: "Es un líder en el hemisferio, en materia de
derechos humanos y democracia, ya que sus fuertes valores e historia personal
le dan una extraordinaria credibilidad en la materia". 31 Mujica logró
fascinar a un Washington normalmente muy serio, en el que la palabra
"socialismo" casi sigue provocando alergia.
En una apasionante entrevista
concedida al periodista Jacobo Zabludovsky señaló:
Yo soy sobrio. Casa chica, pocas
piezas, pocas cosas que limpiar, no preciso sirvienta, tengo intimidad en mi
casa, puedo andar en calzoncillos, como se me ocurre y se acabó. Y todo simple.
Y me voy rápido a hacer las cosas que tengo que hacer. Y me arreglo con mi
compañera.
No cuestiono a otros que precisen
para ser de muchas piezas. Pero que no me cuestionen mi libertad. Eso es una
libre elección.
Ahora, por ser presidente no voy
a cambiar mi forma de vivir. Porque yo, cuando discutí el programa, en ninguna
parte estaba que tenía que cambiar eso y no cambié. Sigo teniendo los mismos
amigos, voy a los mismos boliches, lo que puedo.
Yo no tengo la culpa si a otros
se les suben los humos a la cabeza. Si hay algunos que se creen Dios es porque
salieron presidentes, miran desde la altura y precisan un palacete. Yo no
critico a nadie. Pero yo en esa no entro. ¿Por qué? Porque la inmensa mayoría
en mi pueblo vive como yo, y menos. Entonces, es republicano que el presidente
tenga el nivel medio en la sociedad a la que pertenece.
Por otro lado, desde el punto de
vista de la riqueza, estoy al borde de los 80 años, ¿qué me iba a poner a
juntar plata ahora? ¿Para qué? ¿Para qué quiero la plata? ¿Voy a ir a un
supermercado y le voy a decir: véndame 10 años más de vida? No. Estoy ahí a una
para salir, como cualquiera.
Tiene sentido. Veo a algunos
veteranos que no les alcanza nada y juntan y juntan. Quieren más plata.
La
verdad es que eso yo no lo puedo entender. Y lo aprecio en mi manera de ser. Así
nomás, de sencillo.”
INÁCIO LUDA DA SILVA
Nació en Garanhuns, estado de
Pernambuco, el 27 de octubre de 1945. Apodado Lula por sus familiares,
compaginó la escuela primaria con el trabajo como limpiabotas, vendedor
ambulante y recadero. Siguió un curso en el Servicio Nacional de Industria,
para la formación profesional, y se especializó como tornero mecánico en 1963.
En 1966 fue contratado por
Industrias Villares, de Sáo Bernardo do Campo, donde se inició en el
sindicalismo de la mano de su hermano José, militante comunista, detenido y
torturado por los militares. En 1972 fue elegido secretario del sindicato
metalúrgico local, que pasó a presidir tres años más tarde, convirtiéndose en
líder de 90 mil obreros de la zona industrial más importante del país.
Lula fue el principal promotor de
las grandes huelgas y manifestaciones que debilitaron el poder de la dictadura
y aceleraron su caída. El 10 de febrero de 1980, al amparo de la amnistía y la
tímida apertura, fundó en Sáo Paulo el Partido de los Trabajadores (PT), de
orientación socialista, con apoyo sindical y de varios intelectuales, clérigos
y profesores.
El PT fue la primera fuerza de la
izquierda, con 6. 9% de los votos y 16 diputados, Lula entre ellos, que
defendieron con ahínco algunas de las reivindicaciones: derecho de huelga,
reducción de la jornada laboral, vacaciones parcialmente pagadas y revisiones
salariales en función del costo de la vida.
El 17 de diciembre de 1989, el
populista Fernando Collor de Mello, con el respaldo de todas las fuerzas centristas
y de derecha, derrotó a Lula, pero éste obtuvo 47% de los votos. Por primera
vez en Brasil, un líder obrero presentó un programa alternativo, de ruptura con
el sistema, que incluyó salario mínimo, la lucha contra la inflación y la
reforma agraria.
Después de varios intentos para
ser presidente de Brasil, Lula partió ahora de una visión menos radical del
combate, con lo que pasó de líder obrero a político profesional. La política
brasileña experimentó un auténtico terremoto cuando él fue elegido presidente
el 27 de octubre de 2003, con más de 50 millones de votos (61. 27%): el
candidato más votado en la historia de Brasil.
El mandato de Lula nació bajo la
urgencia de profundizar en la democracia, la necesaria participación de las
masas populares en la determinación de lo público y el apremiante planteamiento
de sentido progresista de una ciudadanía participativa creciente. Su gobierno
intentó institucionalizar el diálogo político a través de la organización de
foros temáticos que tenían como propósito que distintas expresiones de la
sociedad civil —movimientos y organizaciones sociales— deliberaran con los
sectores patronales, con el gobierno como mediador entre ambas partes. Lo
cierto es que la política pública tenía que ser producto de esta deliberación. Sin
duda, el PT quería viabilizar la dimensión participativa de su gobierno a
partir de este mecanismo.
Para Lula, "la democracia no
es una media palabra. Es una palabra completa. Algunos entienden por democracia
apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre. Yo entiendo por
democracia no sólo el derecho de gritar contra el hambre, sino el derecho de
comer. Ésa es la diferencia fundamental. Democracia, para mí, es permitir el
derecho de adquirir conquistas, y no sólo el derecho a la protesta.”
LECH WALESA
Vio la primera luz en Popowo,
condado de Lipno, Polonia, el 29 de septiembre de 1943. Pasó su infancia entre
estrecheces económicas. Tras completar con buenas calificaciones sus estudios
primarios, entre 1959 y 1961 aprendió metalurgia, dibujo técnico y matemáticas
en una escuela de oficios de Lipno, donde se especializó como electricista
industrial. Consiguió el empleo de instalador de sistemas eléctricos en el
Departamento Estatal de Agricultura (POM), en Lenie, y en 1963 interrumpió este
trabajo para prestar el servicio militar, en el curso del cual fue destinado al
cuerpo de telegrafistas.
Tras terminar la universidad
volvió a su empleo en el POM, pero en 1967 decidió partir a la costa báltica en
busca de mejores oportunidades de trabajo. Se colocó en la plantilla de los
astilleros Lenin de Gdansk como obrero en una brigada de electricistas, y en
1968 fue elegido por sus compañeros representante en el consejo de empresa.
Dotado de innatas cualidades de
dirigente, como presidente del comité de huelga de los astilleros Lenin tomó
parte activa en los disturbios obreros de diciembre de 1970, provocados por el
súbito encarecimiento de los productos de primera necesidad y que fueron
brutalmente sofocados por las autoridades comunistas.
Walesa fue el líder de las
huelgas más grandes en la historia del bloque oriental; quien más tarde sería
el presidente de Polonia fue el líder del movimiento para alcanzar la justicia
en época de opresión y austeridad.
No fue hasta 1980 que logró unir
en las huelgas del astillero a todas las agrupaciones sociales de Polonia, que
incluso obtuvieron muestras de solidaridad del extranjero. Luego de semejante
golpe, los comunistas ya no pudieron hacer nada más. Ésta fue la primera
victoria de las masas anticomunistas sobre el comunismo por medios pacíficos. Y
el comunismo ya no pudo reponerse. El segundo éxito de aquellos tiempos fue el
primer movimiento político independiente del este de Europa, una victoria de 2
a O a su favor. La revista Time nombró a Walesa hombre del año en 1981:
Es de las grandes ironías de la
historia: una de las cosas más cercanas a una genuina revolución de
trabajadores que hayamos visto fue dirigida contra un autodenominado
"Estado de los trabajadores". Polonia fue el rompehielos para el
resto de Europa central en las "revoluciones de terciopelo" de 1989. La
contribución de Walesa al fin del comunismo en Europa, y por lo tanto al fin de
la guerra fría, está al mismo nivel que la de su compatriota, el papa Juan
Pablo II, y la del líder soviético, Mijaíl Gorbachov.
El 31 de diciembre de 1981, el
gobierno polaco impuso la ley marcial, declarando ilegal a Solidaridad y
arrestando a la mayoría de sus líderes, incluyendo a Walesa, quien estuvo
detenido cerca de un año. Los movimientos obreros continuaron pero fueron
acallados al mantener el gobierno pro soviético una política de acoso a Walesa
y otros activistas.
Por permanecer firme en su lucha,
sin acudir a la violencia, Walesa recibió en 1983 el premio Nobel de la Paz,
decisión que fue duramente criticada por el gobierno polaco.
El 1 de mayo de 1988 marcó el
retorno de Walesa al activismo de masas, como cabeza de las manifestaciones y
de un movimiento de huelgas cuyo desencadenante inmediato había sido el súbito
aumento de los precios, pero que se tomó en un instrumento de presión contra el
gobierno para que tomara una posición inequívoca sobre la dirección de sus
reformas.
Durante las elecciones
presidenciales del 25 de noviembre de 1990, Walesa fue el candidato más votado.
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