lunes, 16 de febrero de 2015

LAS CRISIS ACTIVAN A LOS CIUDADANOS




Por Ulrich Richter Morales

La corrupción que vive el país ha propiciado que las personas dejen a un lado la apatía y asuman el compromiso público de defender su dignidad

En México, la corrupción —y por lo tanto, la decadencia de valores que ha llegado a puntos inesperados en el país— ha hecho que los ciudadanos despierten o dejen la pasividad para activarse por su dignidad y honor, con el fin de recobrar su compromiso público y revitalizar las virtudes cívicas.

Un ejemplo de lo anterior son las protestas sobre los hechos lamentables ocurridos en Ayotzinapa, Guerrero, así como el trabajo de activistas ciudadanos como María Ampudia González, fundadora de la asociación civil ¿Y Quién Habla por Mí?, o María Elena Morera de Galindo, presidenta de la asociación civil Causa en Común.

Una de las variantes por las que atraviesa la crisis de la sociedad en nuestro México es la que tiene que ver con los valores, aunque se ha vuelto casi negativo hablar de la virtud de los ciudadanos y también de los gobernantes.

Lo primero que debemos entender es cuáles son las virtudes cívicas. Un primer referente se da en la antigua Grecia, en donde la excelencia de una cosa se traducía en la virtud. Hoy pocos son excelentes en su proceder, cada día vemos actos deplorables de gobernantes y gobernados. No obstante, las virtudes no son exclusivas de la élite gobernante, sino que pueden aflorar en todos los ciudadanos.

Asimismo, el filósofo griego Aristóteles define a la virtud como “el modo de ser por el cual el hombre se hace bueno y por el cual realiza bien la función propia”.

Justicia AyotzinapaSe podría pensar que el “hombre bueno” es un concepto romántico, incluso cabe cuestionarse: ¿quién es un hombre bueno? No pretendo convertir a los ciudadanos en seres en extremo virtuosos, ya que una comunidad así sería una utopía, pero lo que sí se puede lograr a través de la educación es formar a los niños y jóvenes que mañana podrían actuar como ciudadanos virtuosos, para lo cual, las materias impartidas en las escuelas deben incluir contenidos enfocados en la formación cívica. Si no volvemos a este tipo de educación, menos aún podremos exigir que existan ciudadanos virtuosos.

Hoy que las políticas públicas están de moda en las agendas legislativas, hay que emprender una que fortalezca los hábitos para lograr una convivencia pacífica entre los ciudadanos y que permita el resurgimiento de una cultura cívica.

RESPETO A LOS DERECHOS

El ciudadano es el que respeta las reglas de convivencia, pues el respeto al otro no es más que reconocer la categoría de ciudadano. En ese sentido, la virtud cívica está asociada con la virtud pública, es decir, la cívica podría ser el género y una de las especies la virtud pública. Ya señalaba Aristóteles que “cuando todos los ciudadanos que forman parte del gobierno sean virtuosos el Estado también lo será”. En efecto, el gobierno sólo es un reflejo de la clase de ciudadanos que existen.

Un ciudadano virtuoso es el que respeta los derechos de sus semejantes, y que además asume un compromiso con los intereses de la comunidad y permanece activo en la vida política, lo que enriquecerá al régimen democrático. Lo anterior es una versión clásica del Republicanismo, en el que se enfatizaba el papel público que a cada uno le corresponde sin cometer excesos indebidos, y quien los comete es considerado un ciudadano corrupto, pues no responde a los intereses de la comunidad, sino a los propios.

Entre las virtudes cívicas podemos encontrar la tolerancia, que se traduce en el respeto a la diversidad de opiniones; la capacidad de deliberar, que consiste en tomar parte en los asuntos públicos; la justicia, como una cooperación entre personas libres e iguales y la solidaridad, como pertenencia a la comunidad y reconocimiento de la realidad del otro.

El término virtud ha sido estudiado por filósofos y políticos a lo largo de la historia y, por ello, existen un sinnúmero de concepciones o significados, así como confusiones con la propia virtud moral, razón por la cual, el sentido que debemos darle es esta virtud política.

ANTE TODO, EL BIEN COMÚN

En razón de lo anterior, hay que reivindicar el orden político y ético. Para el ciudadano virtuoso, el concepto de ciudadanía se convierte en una acción y práctica de la vida activa, en consecuencia debemos volver a esa vocación pública, de ahí que el concepto de virtud tenga un enfoque estrictamente político. En ese sentido, hoy más que nunca los ciudadanos deben participar en la vida pública e incluso ser críticos, pues la idea de ciudadanos pasivos ya está quedando rebasada, sobre todo porque la sociedad está deteriorada y es su deber actuar para evitarlo.

Posiblemente este motivo ha detonado la gran activación de los ciudadanos en las críticas y protestas contra los actos de corrupción e impunidad que hemos visto y padecido recientemente en todos los órdenes de gobierno.

Ante este escenario debemos recordar a Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, quien aportó una acepción política a la virtud en su obra La república: “Es el amor a la patria, entendiendo por ello no un acto romántico sino como amor a las leyes y a las instituciones que protegen la libertad común. Este amor prefiriendo siempre el bien público al bien propio”

Otra concepción interesante es la de Maquiavelo, quien en su libro El Príncipe asociaba a la virtud sólo a los líderes polí- ticos y caudillos militares, pero en su obra Discurso sobre la primera década de Tito Livio, da un giro muy interesante al señalar que si una ciudad desea ser grande será necesario que la virtud sea practicada por su cuerpo de ciudadanos. Por lo que, tanto los dirigentes como los ciudadanos, deben de estar preparados “a anteponer no sus propios intereses, sino los del bien general; no su propia decadencia, sino su propia patria”.

Por lo anterior, lo que nos ha faltado en nuestro país es que todos, gobernantes y gobernados, pongamos el bien público sobre el bien propio.

Artículo publicado originalmente en la REVISTA "ALCALDES DE MÉXICO", FEBRERO 2015

http://www.alcaldesdemexico.com/expediente-abierto/las-crisis-activan-a-los-ciudadanos/

PRIORIDAD: RECONSTRUIR EL TEJIDO SOCIAL



Por Ulrich Richter Morales
Los derechos ciudadanos deben ejercerse en una esfera amplia, que no se limite a cumplir con la obligación del voto cada tres años, sino a participar en los quehaceres cotidianos de la comunidad y dejar a un lado la apatía.

Toda construcción requiere de una sólida edificación, principalmente cuando se trata de un país. Las columnas del templo de Apolo, en Delfos —las que sostenían la frase “Conócete a ti mismo”—, eran suficientemente fuertes para sostener un gran principio, que al trasladarlo al tema que nos ocupa significa conocer qué es un ciudadano, qué puede hacer en su esfera propia y en el ámbito de los demás. En México hay muy pocos ciudadanos, partiendo de la idea de que éstos son quienes respetan las reglas de la convivencia.

Tenemos otra categoría de habitantes, conocidos popularmente como “los gentleman” o “las ladies”, que son quienes no respetan dichas reglas e imponen las suyas. Más grave aún es que algunos mexicanos atacan a otros en actos de barbarie que han indignado a todo el país. ¿Cómo queremos consolidar la democracia si nos falta la materia prima, los ciudadanos? Siendo una minoría, no podemos lograrlo.

Una de las soluciones es la formación y activación de los ciudadanos, que debe entenderse como el ejercicio de los derechos en una esfera más amplia, que no se limita a cumplir con la obligación del voto cada tres años y a la obtención de la credencial de elector, sino que implica ser ciudadanos participativos en los quehaceres cotidianos de la comunidad y dejar a un lado la apatía. Lo anterior conllevará a fortalecer los principios de una cultura de la legalidad, del Estado de derecho y del respeto, y fomentará el sentimiento de pertenencia para lograr una ciudadanía fuerte. Para lograrlo es imprescindible una cultura cívica que involucre a todos los sectores, tanto privados como públicos.

CIUDADANOS ACTIVOS

La cultura cívica es fundamental para la formación de ciudadanos, ya que el punto central de la misma parte del respeto a las reglas de convivencia y está conformada por valores fundamentales que favorecen una convivencia armónica, entre los cuales destacan: La corresponsabilidad ente las personas y las autoridades en la conservación del medioambiente, el entorno urbano, los espacios y servicios públicos, así como la seguridad ciudadana; la prevalencia del diálogo y la conciliación como medios de solución de conflictos; el respeto a las diferencias y la colaboración como una vertiente del mejoramiento del entorno y de la calidad de vida.

Entre los objetivos de cualquier gobierno debe estar la implementación de una verdadera educación y formación cívica, de otro modo seguiremos en un estado primitivo. Un país fuerte se compone de ciudadanos activos y participativos, de tal manera que no podemos ser simples observadores, sino que debemos formar parte de este gran movimiento, integrado por todos los que queremos un México mejor.

Tenemos que reconstruir el tejido social que se encuentra deteriorado y desacreditado. Es cierto que la desigualdad social que padecemos en el país no sirve de mucho: si gran parte de los ciudadanos no tiene acceso a la educación, menos lo tendrá a una formación cívica. Por eso, hay que retomar el pasado en el que los integrantes de la comunidad podíamos convivir sin miedo, sin temor a perder nuestra tranquilidad y libertad, ya que vivíamos en un ambiente de paz que, por desgracia, desde hace más de una década se ha perdido.

También es necesario volver a la convivencia como ciudadanos y actuar colectivamente para resolver de manera democrática los asuntos de nuestra comunidad. Sólo así podremos remediar los problemas que nos aquejan y cimentar nuestra democracia.

Hay que recordar las palabras del filósofo Aristóteles: “La finalidad real de un Estado debe comprender la mejor moral de sus ciudadanos, ya que debe ser una asociación de hombres que vivan juntos para alcanzar la mejor vida posible.” Por ello, mientras no tengamos ciudadanos con la mínima educación cívica, no podremos avanzar.

CONSTRUIR DEMOCRACIA

La conclusión es clara: tenemos que formar ciudadanos en quienes impere un poco de virtud. Pero no se trata de una tarea titánica, podemos realizarla si cada quien participa de lo particular a lo general, de lo sencillo a lo complejo.

Me permito citar algunas propuestas específicas y que son muy simples: saludar al prójimo, participar en las tareas de nuestra comunidad, respetar las reglas de convivencia y de tránsito, ejercer nuestros derechos civiles, exigir a los funcionarios públicos la rendición de cuentas, asociarnos en organizaciones ciudadanas, denunciar las arbitrariedades e ilegalidades, entre otras.

La formación de ciudadanos inicia primordialmente en el seno de la familia como unidad social básica, es dentro de ella donde formamos nuestro carácter y establecemos nuestros valores. Posteriormente la escuela es fundamental, pues tanto la carencia de educación como su baja calidad ya han cobrado su factura en la sociedad. No hay que olvidar que el grado de educación que tenemos hoy moldeará a nuestra sociedad en el futuro.

Se trata de una de las mejores herramientas para prevenir el delito, pues mientras más ciudadanos estén del lado de la legalidad, habrá menos delincuencia. El filósofo estadunidense John Dewey sostiene: “La democracia consiste en un proyecto ético-político, un modo de vida personal y colectivo que se debe incorporar concretamente a las prácticas cotidianas.

La democracia no se construye sólo y exclusivamente en un conjunto de instituciones, tribunales, procedimientos formales, ni siquiera de garantías legales, sino en un modus vivendi y convivencia que hay que ir progresivamente conquistando como forma cultural.” El mensaje es claro, para construir una democracia debemos saber convivir, y para ello necesitamos formar ciudadanos.

Artículo publicado originalmente en la REVISTA "ALCALDES DE MÉXICO", ENERO 2015

http://www.alcaldesdemexico.com/expediente-abierto/prioridad-reconstruir-el-tejido-social/