jueves, 27 de marzo de 2014

¿NOS HA SERVIDO LA “DEMOCRACIA”?



Con el arribo a la presidencia de la República del Partido Acción Nacional (PAN), en el año 2000, muchos pensaron que la democracia por fin había llegado a México.

Especialmente significativo fue el hecho de que el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León entregara el poder a Vicente Fox Quesada: un candidato de un partido que no era el suyo. Así, Zedillo, a mi juicio, ha pasado a la historia como un demócrata, pues respetó el voto de los ciudadanos.

La entrega del poder presidencial a un partido distinto no tuvo costos para México, ya que la alternancia en el poder ocurrió de manera pacífica: no hubo empujones, ni gritos, ni heridos, ni inconformidad o impugnación alguna. Tampoco se recorrió ningún laberinto en el Palacio Legislativo, para entrar ahí por la puerta de atrás a asumir el poder, como sucedería seis años más tarde, y hoy el regreso del PRI a la presidencia.

Sin embargo, la actuación de Zedillo le acarreó diversas críticas, en especial de su propio partido. Que el ex-presidente actuó como un verdadero demócrata es inobjetable. Así lo cree también Romero Apis, al señalar que las críticas se dirigieron a la condición de militante de Zedillo, no a su calidad de presidente:

"Yo no cuestiono a un presidente que en aras de la legalidad y en aras de la justicia democrática respeta los resultados de los comicios; el asunto no es sobre Zedillo, el presidente, sino sobre Zedillo el priísta".

Los conflictos empiezan cuando algunos quieren apropiarse del poder que pertenece al pueblo. Así pues, muchos se preguntan si la democracia no está gestionada en verdad por "mayorías minorizadas" o cooptada por algunos grupos de poder. Para explicar por qué surgen las elites de poder en un sistema democrático, el italiano Gaetano Mosca elaboró una conocida ley, que el el también italiano politicólogo Giovanni Sartori explica así:

Para la teoría de la clase política de Mosca, "en todas las sociedades [...] existen dos clases de personas: las de los gobernantes y la de los gobernados", y "la primera, que siempre es la menos numerosa, [...] monopoliza el poder". El meollo de la tesis de Mosca es que en el poder siempre hay una minoría (relativamente homogénea y solidaria). La tesis no era, cuando fuera enunciada por primera vez en 1884, inédita; pero elevada al rango de "ley" causa impacto; causa impacto porque destruye la clásica tripartición aristotélica de las formas de gobierno. Desde la perspectiva aristotélica, por la ley de Mosca, todos los gobiernos son, siempre y en todas partes, oligarquías." 

EL PODER DE LOS CIUDADANOS

La realidad sería muy sencilla si estos grupos comprendieran que el poder es de nosotros, del pueblo, de los ciudadanos. Nadie debe arrebatárnoslo, robarlo, apropiarse de él ni secuestrarlo. Si queremos un México mejor, será necesario comprender que el poder pertenece a los ciudadanos, no a un partido ni a una clase política; no es de un sindicato, ni de ningún gremio, de una elite poderosa, ni tampoco de los medios de comunicación. El poder real debería pertenecer a todos nosotros, los mexicanos.

Nuestra incipiente democracia tiene apenas más de diez años de existir y, como ya señalé, todavía hay quien se pregunta si no era mejor vivir en la "monarquía republicana" en la que estábamos sumidos.

EL DESENCANTO POR LA DEMOCRACIA

Es evidente que algunos ciudadanos se han desencantado de la democracia. Justo el objetivo de este capítulo es darte a ti, y al resto de las ciudadanas y ciudadanos, herramientas para reflexionar acerca del avance y de lo que falta por hacer. Por cierto, también valdría la pena reflexionar en los obstáculos que nosotros mismos ponemos a la democracia: nuestra falta de concordia con nuestros compatriotas. 

Al respecto, el filósofo, escritor, matemático y sociólogo británico Bertrand Russell apunta: 

La democracia, cuando es nueva, nace de resentimiento contra los que poseían anteriormente el poder; pero en tanto que es nueva es inestable." Será que como dice Russell ¿por los pocos años de democracia que tenemos, es inestable?

Esta así llamada "crisis de la democracia" no es exclusiva de México, por supuesto. Como bien apunta el reconocido abogado español Javier Cremades, se ha hablado tanto de este tema que ya se ha convertido en una frase hecha. Y es cierto que son muchos los países que viven bajo —más bien soportan— regímenes no democráticos. Pero, afirma este abogado, el consenso internacional coincide con la ya citada frase de Churchill.

La polémica acerca de la crisis de la democracia mexicana se desarrolla ya en múltiples foros, y la situación parece ser bastante seria. De acuerdo con el Informe Latinobarómetro de 2009, sólo sesenta y dos por ciento de los mexicanos creen en la democracia. Esto ubica a nuestro país en el último lugar en el subcontinente. En Uruguay, por ejemplo, la confianza en el voto libre y secreto cubre a noventa por ciento de la población.

FACTORES DEL DESENCANTO

Entre los factores que pueden influir en tal desencanto están la pobreza, el desempleo y la violencia: los azotes de nuestro México. El propio Cuauhtémoc Cárdenas —quien fuera tres veces candidato presidencial— hizo recientemente un recuento, a diez años de la alternancia en el poder. En su opinión, ha habido algunos avances, como el de que ya no sea el presidente quien decida los resultados en las urnas; pero ahora es el dinero el que determina las posibilidades de ganar una elección, pues los partidos tienen muy desdibujada su ideología y las autoridades electorales están desacreditadas frente a la ciudadanía." Mientras persistan estas condiciones en nuestro país, la participación ciudadana no será factible.”

DEMOCRACIA Y CRIMEN ORGANIZADO

Por si la maltrecha democracia no tuviera suficiente, a últimas fechas un desafortunado elemento ha contribuido a empañarla: el crimen organizado.

El 28 de junio de 2010, apenas una semana antes de las elecciones, Roberto Torre Cantú, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la gubernatura de Tamaulipas, cayó asesinado. Éste fue, sin duda, un duro agravio para ese partido, pero fue sobre todo un ataque a la democracia.
Hoy con el regreso del PRI a la presidencia de la República nacen inquietudes o interrogantes en cuanto al futuro de nuestra democracia.

Para concluir, quisiera rescatar la gran finura con que Juan José Linz, también profesor de ciencia política de la Universidad de Yale, nos advierte contra la confusión de democracia y gobierno: 

Gran parte del descontento de los ciudadanos con el funcionamiento de la democracia en su país no es realmente por el descontento con la democracia, sino con el funcionamiento del Estado. Tienen alguna capacidad de reformarlo, pero la tarea de construcción del Estado es más compleja, más lenta y difícil que la instauración de las instituciones básicas de la democracia política. Ya Joseph Schumpeter, en su lista de cinco condiciones para la democracia, mencionaba la existencia de una burocracia utilizable, capaz y relativamente autónoma." 

EL BINOMIO SOCIEDAD-ESTADO

Esta reflexión me hace pensar que en lo que hemos fallado no ha sido la democracia, sino el binomio sociedad-Estado. En mi opinión, la principal culpa podría recaer en la clase política — del partido que sea— y los no ciudadanos.

Hace unos meses encontré una frase que describe en forma lapidaria nuestra situación a una década del 2 de julio de 2000: "De la alternancia al lodazal".

lunes, 10 de marzo de 2014

LA RENDICIÓN DE CUENTAS



Desde la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) se estableció que uno de nuestros derechos fundamentales es exigir cuentas a los gobernantes. Más tarde, en el siglo XIX, el político francés Alexis de Tocqueville demostró que los sistemas democráticos pueden actuar como mecanismos de control entre gobernantes y gobernados. En este sentido, para Tocqueville era fundamental que los ciudadanos se unieran, asociaciones a las que llamó "escuelas de ciudadanía". Sólo de este modo se puede resistir el autoritarismo de algunos gobernantes.

La rendición de cuentas es un reclamo generalizado en todo el país. Para poder funcionar, los mecanismos adecuados para lograrla deben abarcar no sólo al gobierno federal; también los legisladores deben explicar qué hacen con los recursos que los ciudadanos ponen en sus manos. Por supuesto que tampoco el Instituto Federal Electoral (IFE) debería estar exento de rendir cuentas, pues dispone de un presupuesto multimillonario. Pese a ello, tiene el mandato de promoción de la educación cívica en el país, sin que nadie se haya enterado.

Con todo, hay que reconocer que ha habido avances al respecto, pues los ciudadanos ya contamos con la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental. En ella se señala que toda la información en manos de los poderes de la Unión y las dependencias cercanas al presidente debe estar a disposición de cualquier ciudadano que la solicite, siempre y cuando no se le haya clasificado como reservada o confidencial.

Otro avance es la Contraloría Social, descrita en el Manual del ciudadano de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) como "un mecanismo de participación ciudadana para la rendición de cuentas, con base en el acceso a la información, [...] imprescindible para la construcción de una ciudadanía activa y vigilante del adecuado uso de los recursos públicos"." Las contralorías son indispensables para asegurar que los recursos destinados por los gobiernos a programas sociales, o a cualquier otra actividad, cumplan el objetivo para el que fueron planeados. A partir de la Ley General de Desarrollo Social, es obligatorio implementarlas para operar cualquier programa social. 

CULTURA DE LA LEGALIDAD

Este segundo elemento sin el cual no se puede alcanzar un Estado de derecho consiste en fomentar el aprendizaje de vivir con reglas. El jurista español José María Sauca propone que la cultura de la legalidad puede apreciarse a partir de tres puntos de vista básicos: cultural, institucional y normativo.

El primero se refiere a nuestras actitudes hacia las leyes y la manera en que las valoramos. En la acepción cultural del término también está implicada nuestra identidad nacional, así como los principios y valores que la conforman. De ahí que la educación cívica sea tan importante para alcanzar un Estado de derecho.

El sentido institucional alude a la posesión de derechos humanos que sean respetados por el gobierno, lo mismo que a la disponibilidad de división de poderes, seguridad pública y aplicación imparcial de la ley. Todo esto tiene que ver con erradicar la impunidad.

Por último, el sentido normativo de la cultura de la legalidad indica que, para que ésta exista, es necesario tener leyes elaboradas con la participación de la ciudadanía y que reflejen su sentir. Si se quiere que estas normas funcionen y sean respetadas, tendrán que haber sido diseñadas tomando en cuenta los costos y beneficios ofrecidos; deberán ser claras y, por supuesto, habrán de permitir que las relaciones sociales se desarrollen con autonomía.

ESTADO DE BIENESTAR

Existe un intenso debate acerca de cuánto debe involucrarse el Estado en la vida y economía de los gobernados. Los representantes de la derecha más radical proponen que poco, e incluso nada. Los sectores de izquierda opinan lo contrario, y entre más radicales sean sus ideas, más pensarán que el Estado debe controlar la vida nacional. Independientemente de las posiciones personales, es una realidad que los Estados proveen ciertos bienes y servicios a la población. Otra de sus funciones económicas, en la que están de acuerdo la mayoría de los economistas, es fomentar la igualdad de oportunidades. El Estado de bienestar entra en este orden. El sociólogo alemán Niklas Luhmann lo define como "un Estado que dota de extensas prestaciones sociales a determinadas capas de la población".  Un ejemplo de una prestación social en nuestro país son las pensiones que se otorgan a las personas de edad avanzada una vez que dejan de trabajar. Lo mismo puede decirse de los programas de combate a la pobreza, alfabetización y ayuda a discapacitados. 

ESTADO DE EXCEPCIÓN

La situación por la que actualmente atraviesa nuestro país nos obliga a no pasar por alto el tema del Estado de excepción. Se trata de una modalidad relacionada con los conflictos que enfrenta un país y sus posibles soluciones.

Este estado tiene tres formas. La primera, el estado de normalidad, se refiere a la resolución de conflictos por las normas ordinarias. Las leyes vigentes procuran darles u solución válida.

La segunda, el Estado de excepción propiamente dicho, se aplica cuando ocurren crisis extraordinarias, que ponen en riesgo la subsistencia del régimen constitucional, del Estado mismo. En un Estado de excepción, se suspende algunos derechos y garantías durante cierto periodo. La idea es permitir al gobierno afrontar los conflictos para regresan a la normalidad." En el derecho constitucional mexicano, esta situación se conoce como suspensión de garantías y está, establecida en el artículo 29 de nuestra ley fundamental.

La tercera, un estado intermedio entre los de normalidad y excepción que puede denominarse como estado de tensión, es la situación en la que, según el jurista español Javier Pérez Royo:

la normalidad de la vida en el Estado se ve sometida a un peligro de naturaleza e intensidad extraordinarias que, [...] aunque da lugar a una sensación generalizada de inseguridad, [...] no justificaría la declaración de un estado de excepción. 

Me parece evidente que esto es lo que se está viviendo en diversos municipios del país. El mejor ejemplo era Ciudad Juárez, Chihuahua, hoy tenemos Acapulco, Guerrero, poblaciones que oscilan entre esos dos estados, aunque en los hechos las garantías individuales ya no apliquen. Muchos otros municipios de la República Mexicana también se encuentran en estado de tensión, y podría decirse que algunos en Estado de excepción.

Una vez que hemos examinado los diferentes tipos de estado, debemos hacer una reflexión sobre la práctica que les da legitimidad y justificación ante los ciudadanos: la democracia.