martes, 17 de diciembre de 2013

FORMACIÓN DE CIUDADANOS



Toda construcción requiere de una sólida edificación. En efecto, las columnas del templo de Apolo, en Delfos —las que sostenían la frase "Conócete a ti mismo"—, eran suficientemente fuertes para sostener un gran principio, que trasladado a nuestro tema significa conocer qué es un ciudadano, qué puede hacer en su esfera propia y en el ámbito de los demás.

Una de las soluciones es la formación de ciudadanos y la activación de éstos, lo que conllevará una gran participación ciudadana que fortalezca los principios de una cultura de la legalidad, del Estado de derecho y de una cultura de respeto, fomentando el sentimiento de pertenencia a nuestro país.

Es imprescindible una cultura cívica que involucre a todos los sectores, tanto privados como públicos. La gran cruzada es la educación cívica de los ciudadanos. Debemos formar y educar ciudadanos; de otro modo, seguiremos en un estado primitivo.

Un país fuerte se compone de ciudadanos activos y participantes. No podemos ser simples observadores. Debemos formar parte de este gran movimiento, integrado por todos los que queremos un México mejor.

La construcción o formación de ciudadanos es una de las mejores herramientas en materia de prevención del delito, pues mientras más ciudadanos estemos del lado de la legalidad, habrá menos delincuencia.

La formación de ciudadanos es muy simple: actuar, participar, respetar las reglas de convivencia, ejercer nuestros derechos civiles, exigir a los funcionarios públicos rendir cuentas, asociarnos, formar grupos u organizaciones ciudadanas, denunciar las arbitrariedades e ilegalidades, etcétera.

Hay que recordar una vez más las palabras de Aristóteles: "La finalidad real de un Estado debe comprender la mejor moral de sus ciudadanos, ya que debe ser una asociación de hombres que vivan juntos para alcanzar la mejor vida posible"." Por ello, mientras no tengamos ciudadanos civilizados, no podremos avanzar.

La conclusión es clara: tenemos que formar, reconstruir y construir ciudadanos en los que impere un poco de virtud. La formación de ciudadanos no es una tarea titánica. Podemos realizarla si cada quien participa, de lo particular a lo general, de lo sencillo a lo complejo. He aquí algunas propuestas específicas.

EL SALUDO

Saludar es tan simple como transformar nuestros comportamientos o modos de conducta para poder convivir. Una acción de lo más simple ¿no crees?

El saludo es la unidad de base del reconocimiento de la existencia del otro. Demuestra el respeto en el sentido original del término ("respetar" deriva del latín respicere. Re: retorno o repetición, y specere: mirar). Está diciendo: "Te veo". Crea la relación entre yo y tú. Serial de reconocimiento, también confirma la pertenencia. Saludarse es decir: "Te reconozco como una persona que se me parece"."

Más claro: cuando subes a un elevador, muy poca gen-te saluda. Pero un saludo y una sonrisa no nos quita nada, no es medible económicamente. Debemos pensar y actuar en positivo.
Decir un "buenos días" verdadero es estar a la vez presente en uno mismo y en el otro; tener un proyecto con la persona."

LAS PALABRAS

Dice el ciudadano Juan Contreras:

Nuestro lenguaje debe ser constructivo; las palabras tienen el poder de ocasionar una guerra o de llevar a la paz. [...] Recuerde que si está discutiendo con alguien a quien ama, puede hacerlo con palabras constructivas y, qué mejor, con poco o mucho sentido del humor."

LA CULTURA VIAL

Otro hábito sumamente importante es la obligación de respetar las reglas de tránsito al usar nuestro vehículo. Es una necesidad contar con una educación vial que nos per-mita tomar conciencia de una conducción responsable, lo que nos lleva a promover buenos hábitos de manejo y a respetar las vías de comunicación.

REGLAS CÍVICAS Y AMBIENTALES

Las reglas de civilidad y ambientales que favorecen la convivencia deben ser respetadas. Ejemplos: no tirar basura, no dañar nuestro entorno, no fumar en lugares prohibidos, respetar el medio ambiente, no meterse a la fila cuando tomamos el metro, el taxi o en el cine; es decir, no hacer lo que no te gusta que te hagan.

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