miércoles, 14 de mayo de 2014

SOCIEDAD CIVIL EN CRISIS


Nuestra vida gira alrededor de la convivencia con nuestros semejantes; tan es así, que el mismo Aristóteles ya decía que el ser humano es por naturaleza un ser social. No estamos solos, vivimos en sociedad.

El sociólogo Ely Chinoy, citado por Moisés Cruz Gayosso, Alfonso E. Ichoa Hofmann y Jorge Robles Vázques en el texto Teoría General del Estado, explica que, "en su uso más general, la sociedad se refiere meramente al hecho básico de la asociación humana". Esta alianza, en cierto modo involuntaria, está formada en el caso de nuestro país por todos los mexicanos.

Es claro que nuestra asociación con los demás se ha ido deteriorando, pues hoy lo que menos existe es cordialidad o cooperación, concordia o armonía ente nosotros. Hemos fallado todos.

MÉXICO, NUESTRA EMPRESA

También podemos trasladar este término de "sociedad" al día a día de los comerciantes y los empresarios. Para hacer negocios, para tener una empresa, a veces es necesario formar una sociedad, por ello se llama socios a quienes la integran. De ahí proviene mi expresión de que todos somos socios de una sociedad. Nuestra sociedad está compuesta por todos los mexicanos y su nombre es México.

Como diría el periodista Carlos Fernández Vega: esto es México, S.A. La metáfora es interesante en sí misma, pero, pensemos, ¿qué sucede cuando algunos de los socios se la pasan peleando, otros no respetan las reglas de operación y algunos más ni siquiera se presentan a las juntas?

La mayoría de nosotros no nos dedicamos a trabajar por el bienestar de la sociedad, sino por nosotros mismos. Por lo tanto, no es de sorprender que los resultados no sean satisfactorios para los socios y, en consecuencia, que la sociedad no se dirija hacia un buen destino.

La verdad es que los sectores que integran a nuestra sociedad han perdido sus valores, permea el individualismo –lo cual podría parecer que se contrapone con nuestra naturaleza de animal social. Tendemos a velar por los intereses de todos los socios, y no por un grupo minoritario.

LAS FALLAS DE TODOS

Es claro que no estamos haciendo "la tarea"; ni los directivos, que serían la clase política, ni los socios, que somos todos los ciudadanos. En conclusión: hemos fallado todos.

Pero como dice Juan Martín López-Calva, académico de la Universidad Iberoamericana, en Educación humanista:

el punto de partida es el ser social del ser humano que así como es "estructuralmente ético", es también "estructuralmente social". No hay “yo” si no hay otro “yo”, los otros son la referencia necesaria para encontrar la propia identidad. Para ser "yo", tenemos que ser "otro", tenemos que buscarnos entre "los otros”, los otros que pueden llegar a ser el infierno pero que también pueden ser la salvación para el "yo”. Porque "todo lo que sabemos lo sabemos entre dos" y "todo lo que somos lo somos entre todos".

¿De qué se compone la sociedad? ¿De dónde obtiene su vigor? Lo obtiene de lo que el experto José Antonio Fernández llama "columnas":

las fuerzas que dan forma a la sociedad. Éstas se dan en tres ámbitos: los valores, que son los elementos legitimadores de la sociedad; la cultura, que es el acto del simbolismo y la sensibilidad expresivos, y la estructura social, que es el conjunto de ordenamientos sociales atinentes a la distribución de las personas en ocupaciones y en el orden político.

VALORES Y TEJIDO SOCIAL

Hoy en día, los mexicanos estamos reprobados en estas tres áreas. Nuestros valores están en franca decadencia, prevalecen el egoísmo y el materialismo excéntrico; en cuanto a la cultura y estructura social, nuestra tendencia a incumplir las reglas de convivencia es proverbial y, por lo tanto, los ordenamientos sociales han dejado de funcionar.

En otras palabras, los modos de vida, las relaciones sociales, las normas y nuestros valores se han trastocado, el tejido social se encuentra rasgado.

Las normas ya no se respetan, hoy priva la ley del más fuerte, el materialismo y el consumismo están a tope y rigen nuestras vidas. Tan es así, que no falta quien admire las riquezas producto de la ilegalidad y la corrupción. Por eso es necesario que retomemos el camino.

Para comprender lo importante que es comenzar a pensar como sociedad para nuestro futuro, veamos cuál era la visión de Marx y Engels sobre la sociedad civil:

-Representa el espacio de expresión y satisfacción de las necesidades de los individuos.


-Abarca todo el intercambio material de los individuos, sobre la vida comercial e industrial.


-Su organización se basa, pues, en la producción y el intercambio.


-Constituye la base del Estado.

-Está tramada y regulada por una normativa jurídica que establece derechos y deberes cívicos y sociales, y, por ello, también en alguna medida, políticos. Y es que ni la sociedad civil ha de desentenderse de la organización política de la sociedad ni el Estado, como expresión del poder político jurídica y legítimamente instituido, puede desentenderse de la sociedad civil.

Quisiera detenerme en los dos últimos puntos. El andamiaje al que se refieren Marx y Engels está conformado por normas, las cuales nos confieren derechos y obligaciones a la vez. Se trata de un andamiaje enorme, esto es cierto, pero desgraciadamente cada vez somos más los ciudadanos que cedemos a la tentación de romperlo.

En consecuencia, la sociedad misma está en crisis, y siendo ella la base del Estado, no debería sorprendernos que éste se encuentre sumido también en una crisis severa. 

SOCIEDAD-AUTORIDAD 

Analicemos este divorcio entre la sociedad civil y autoridad. Hoy en día la sociedad civil reclama con toda razón que la autoridad no ha podido garantizarle la mínima seguridad. La policía de varios municipios de nuestra República se ha corrompido y se ha convertido en un enemigo la sociedad civil. El orden se ha trastocado.

Hay un común denominador en esta crisis: la disolución del vínculo social en diversos escenarios. Los ciudadanos se han alejado de sus representantes, que son los diputados y senadores; y lo mismo sucede en los demás ámbito de gobierno.

De igual manera, la sociedad civil se ha distanciado de las autoridades policiacas. La sensación de desconfianza por la justicia es muy fuerte, algo a lo que ha contribuido la falta de transparencia en los procesos judiciales.

A este respecto, sin embargo, y gracias a la presión de diversos sectores de la sociedad, mediante reformas a la Constitución se establecieron los procesos orales, buscando hacer más ágil y transparente la justicia.

La confianza recíproca entre la autoridad y la sociedad civil es imprescindible. Los agentes policiacos deben ser confiables para la sociedad, pero también esperan que ésta sea confiable para ellos. No es cuestión menor que el policía también merece un mínimo de formación, preparación y un salario digno y decoroso. Además, todo servidor público cuyo trabajo implique riesgos a la salud y la vida necesita la garantía de que su familia tendrá asegurado el sustento y la educación en caso de sufrir alguna desgracia. 

Necesitamos una sociedad civil que denuncie, que participe, que sea solidaria, que tenga voz, que exija cuentas. Este es el mejor contrapeso posible a la autoridad. No debemos permitirnos nunca ser una sociedad anestesiada; peor aún, una sociedad que padezca Alzheimer. 

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