jueves, 23 de enero de 2014

EL DERECHO A SER VOTADO




Los ciudadanos tenemos el derecho, o prerrogativa, de votar. Pero también podemos ser votados para cargos de elección popular, así como para cualquier empleo o comisión. Esto, claro, siempre y cuando cumplamos los requisitos que establece la ley.

Cuando hablamos de cargos de elección popular nos referimos a que cualquier ciudadana o ciudadano puede competir para diputado, senador, presidente municipal, gobernador, jefe de gobierno del Distrito Federal o, incluso, presidente de la República.

Con respecto a este derecho, el analista político Ricardo Raphael señala los principios que lo certifican:

-Legalidad, lo que comprende que los procesos electorales no deben fijarse arbitrariamente a favor de unos y en detrimento de otros;

-Equidad, entendiendo que debe haber las mismas oportunidades para todos los participantes, y

-Transparencia, que sirve para que los electores tomen conciencia de las propuestas.

Tenemos entonces que si cualquier ciudadano puede postularse a un cargo de elección popular, deberían permitirse las candidaturas ciudadanas, aquellas que se lanzan sin el apoyo de ningún partido político. El fundamento de este derecho se encuentra en la ley misma. Sin embargo, eso no necesariamente sucedía en nuestro país, donde se habían implementado toda clase de trabas para que tal cosa no ocurra. Así se vio en el llamado "caso Castañeda". 

LA GENERACIÓN DEL “SÍ” 

El IFE desechó el registro de Castañeda como candidato independiente con base en disposiciones del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Según esas disposiciones, sólo los partidos políticos pueden registrar candidatos a puestos de elección popular. Esto contradice claramente el texto de la Constitución, la cual señala que es un derecho de los ciudadanos ser votados en todos los cargos de elección popular.

El caso Castañeda nos lleva a reflexionar seriamente en la necesidad de una reforma que nos permita votar por ciudadanos con independencia de los partidos políticos, éstas son las tan mencionadas candidaturas ciudadanas. Sólo de este modo existe congruencia con lo que dicta la Constitución. Pero para que esto suceda, los legisladores deben dar vida a esa norma, lo que aconteció con la Reforma Política de 2012.

En la propuesta de reforma política que el entonces presidente Felipe Calderón presentó a las cámaras, a finales de 2009, se incluyó la creación de la figura de candidatura independiente para todos los cargos de elección popular. Apoyando esta reforma surgió una corriente de intelectuales, periodistas y otros ciudadanos llamada "Generación del sí". Esto, contra la tendencia al "no" que se reflejaba en la parálisis legislativa. Como veremos más adelante, ésta sí se aprobó. 

CANDIDATURAS CIUDADANAS 

Al modificarse la fracción segunda del citado artículo 35 constitucional, con motivo de la Reforma Política de agosto de 2012, permitió que los ciudadanos que pretenden competir por un cargo de elección popular, puedan postularse de manera independiente, sin pertenecer a partido político alguno. Esta adición derrumbó el dique que, en 1946, se había implantado respecto a la exclusividad de los partidos políticos para postular candidatos, de ello hablaré más adelante en el apartado de la reforma política. 

EL DERECHO DE ASOCIARNOS PARA PARTICIPAR EN LA POLÍTICA 

El derecho a unirnos con otros que compartan nuestras inquietudes y a trabajar por realizar un proyecto en común tiene su origen en la creación, por el ser humano, de las primeras agrupaciones sociales, como la familia, las tribus, etnias, comunidades y demás. Ese espíritu no se ha perdido, y nuestra aventura ciudadana cobra dinamismo gracias al derecho a asociarnos.

La primera reglamentación de este derecho proviene de la antigua Grecia. Fue obra de Solón (630-560 a.C.) , quien ha sido llamado "una leyenda que no se puede desdeñar"." Solón fue no sólo uno de los siete sabios del mundo griego, sino también uno de los legisladores más brillantes de todos los tiempos, lo mismo que precursor de la democracia participativa. Propició que cada ciudadano interviniera conscientemente en la toma de decisiones de la comunidad. 

EL ESPÍRITU DE SOLON 

A Solón le debemos la reglamentación que permite a las asociaciones o consejos ciudadanos que hoy crecen día a día en nuestro país.

Actualmente hay legisladores que están a favor de la participación ciudadana, mientras que otros preferirían relegarnos de la vida política nacional. Hace falta que estos últimos se contagien del espíritu de Solon para que impulsen reformas que nos brinden a los ciudadanos instrumentos legales de participación.

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