viernes, 1 de noviembre de 2013

CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA




¿HASTA DÓNDE ALCANZA LA CIUDADANÍA?

“Ciudadano” no es lo mismo que “ciudadanía”, pero resulta fácil confundir ambos términos. Los usamos día con día como si fueran sinónimos. Otras veces los relacionamos como si uno fuera el género y otro la especie. Pareciera que “ciudadano” es a “ciudadanía” lo que homo sapiens (especie) a homo (género); es decir, que al pasar de uno a otro se va de lo particular a lo general.

En nuestra aventura ciudadana vamos a aclarar un poco esta panorámica, pues en realidad sucede que el trayecto del ciudadano atraviesa por el sendero de la ciudadanía. Para el analista político Ricardo Raphael, la ciudadanía es un traje que los ciudadanos portamos. Bonita analogía, ¿no crees?

La ciudadanía es el atuendo que le permite a una persona realizar el viaje que va de lo privado hacia lo público, el tránsito de la esfera de lo que le es familiar al ámbito de su comunidad, donde mucho y muchos le serán desconocidos.

En una democracia, la institución ciudadana es la escafandra que hace a una persona igual ante sus desemejantes, y por lo tanto lo que otorga la confianza suficiente para participar en el cumplimiento de objetivos comunes –pese a las visiones y posiciones diferenciadas que se posean– entre los integrantes de una misma comunidad política.

Para empezar a desmenuzar el término “ciudadanía”, analicemos, entre las contrapropuestas opiniones al respecto (tal como veremos más adelante), la de Raphael, que ilustra perfectamente la primera característica a resaltar en la ciudadanía: la relación de igualdad que debe prevalecer entre los integrantes de una comunidad, aunque tengan visiones o posiciones distintas.

Éste es un fundamento central del tema de la ciudadanía, ya que como ciudadanos tenemos los mismos derechos. Para decirlo en forma más sencilla, tu voto y el mío valen igual; por eso, la igualdad es uno de los fundamentos de la democracia.

SI EL PAÍS HABLARA…

El camino que estamos recorriendo en nuestra aventura ciudadana nos ha mostrado algunos letreros que nos orientan en direcciones diferentes: identidad, igualdad, pertenencia, leyes y derechos y hasta la justicia social ha salido a colación.

Todos estos conceptos son en realidad herramientas orientadas a un objetivo fijo y claro: convertirnos en verdaderas ciudadanas y ciudadanos.

Pero, ¿para qué tomarse la molestia de serlo?, podría preguntarse alguien, con tantos problemas que tenemos que enfrentar. La respuesta es fácil: para ponernos a la altura de nuestra gran nación, México.

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