Comencemos por las estructuras sociales que son la base del poder ciudadano: el pueblo, la sociedad civil, la familia, la educación, las redes sociales, la opinión pública y la rendición de cuentas o acceso a la información.
En cuanto a los instrumentos legales que podrían dotar de verdadero poder a los ciudadanos, tenemos el referéndum, el plebiscito, la iniciativa popular, la revocación de mandato, las candidaturas ciudadanas, la segunda vuelta y la reelección.
EL PUEBLO
La frase, “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” fue pronunciada hace siglo y medio más allá de nuestras fronteras por el famoso ex presidente estadounidense Abraham Lincoln. La primera dificultad a la que nos enfrentamos, claro, es ponernos de acuerdo acerca qué es el “pueblo”. El sociólogo Pablo González Casanova tiene una propuesta muy interesante:
En castellano, desde la Edad Media se entiende por pueblo el conjunto de habitantes de una circunscripción política, como cuando se habla de pueblo de un país, de un reino. La gente, en cambio, es un conjunto de personas cualquiera. Existe, además, el uso de la palabra pueblo como sinónimo de población, por lo general aquella que no llega a tener la dimensión de la ciudad.
El pueblo, a su vez, supone también un conjunto, pero con la condición no sólo demográfica, sino más bien política, como cuando se alude al pueblo mexicano, estadounidense, venezolano, jamaiquino, etcétera (…) Pueblo es aquel conjunto de la población establecido en un determinado territorio, denominado también ciudadanos y que intervienen en los asuntos políticos del gobierno y del Estado, en cuyo beneficio se garantizan, establecen y reconocen determinados derechos y obligaciones.
Así, el pueblo somos todos los ciudadanos que intervenimos en la vida pública. La Constitución de nuestro país indica explícitamente, en su artículo 39, que la soberanía nacional reside en el pueblo y que el poder público debe ejercerse en beneficio de él, lo cual quiere decir que el poder soberano es del pueblo. No existe ningún otro poder por encima del pueblo. Ni un rey, ni un presidente, ni los diputados, ni los senadores, ni el ejército; ningún partido político, ni otro país, están por encima del pueblo mexicano, así de sencillo. Nosotros somos los soberanos, y por eso, insisto, el poder público debe ejercerse en beneficio del pueblo, de las ciudadanas y ciudadanos.
Quizá te preguntes, ¿por qué entonces no recibimos trato de soberanos? ¿Por qué algunos políticos pretenden que sigamos siendo sus súbditos, sin derechos, sin voz? Quisiera pensar que esos individuos son cada vez son menos, pero para que esto sea cierto debemos participar activamente en los asuntos del país. Hace no muchos años, en cambio, el presidente era el soberano, de hecho ejercía el poder de manera absoluta. El historiador Enrique Krauze describe perfectamente esta situación en su libro La Presidencia Imperial.
Un sistema democrático significa el gobierno del pueblo, como ya hemos reiterado. Pero como es evidente que no podemos gobernar todos al mismo tiempo, para que la democracia funcione debemos estar representados por otros ciudadanos, que ejerzan nuestra voluntad. La triste realidad, empero, es que hoy estamos pobremente representados, o no tenemos comunicación o diálogo con quienes nos representan. Son muy pocos los líderes políticos que se preocupan por los ciudadanos.
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