jueves, 27 de febrero de 2014

ESTADO DE DERECHO, ¿QUÉ ES ESO?



El Estado de derecho es como un árbol: sus raíces son las leyes, y sus ramas las reglas.

Por alguna razón, los mexicanos no estamos acostumbrados a cumplir ciertas reglas. Y me refiero incluso a las normas más elementales y fáciles de seguir: respetar la luz roja en el semáforo, utilizar el cebrado al cruzar las calles, usar el puente peatonal para atravesar avenidas. Aunque parecen insignificantes, mira lo que el incumplimiento de estas reglas ha hecho con el tránsito de la capital del país y otras ciudades: cruzarlas de un lado a otro se ha convertido en una aventura épica, y no sólo a causa de los asaltantes y el crimen organizado; es muy fácil tener un percance con algún automovilista esquizofrénico, en el que hasta la vida podríamos perder.

El Estado de derecho no es sólo un asunto del gobierno; para que exista, debe funcionar a diferentes escalas: respeto entre todos los miembros de la familia; respeto entre estudiantes y maestros, entre ciudadanos y autoridades. Sin embargo, esto no sucede en nuestro país. Es evidente que no respetamos a los agentes de tránsito, pero las autoridades tampoco respetan a los ciudadanos, y a su vez, o más complicado, los políticos de los diversos partidos no se respetan entre sí y se injurian constantemente.

Para mencionar un caso de incumplimiento, Javier Mayorga, secretario de Agricultura del gobierno de Calderón, recibió un subsidio del gobierno para un asunto agrícola personal. Esto representaba un claro conflicto de intereses, pues ese individuo era a la vez juez y parte. Sin embargo, al ser cuestionado a este respecto, Mayorga señaló cínicamente que no renunciaría a los recursos que le otorga Procampo, la instancia gubernamental que administra esos fondos.

Todos estos ejemplos indican que en ningún sector ni ámbito de nuestro país se respetan plenamente la ley, la ética y la honorabilidad. Estos casos, simples en apariencia, revelan el gran deterioro en que se encuentra el Estado de derecho en México. Tal vez eso no debería sorprendernos; después de todo, no hay una verdadera educación cívica de los ciudadanos ni de las autoridades.

Es verdad que el Estado de derecho se ha visto dañado por la falta de alternancia de los gobiernos, pues durante muchas décadas vimos gobernar perennemente a un solo partido. Pero la selva citadina no tiene nada que ver con la alternancia, sino con la educación cívica de los ciudadanos.

No hay excusa alguna para que los gobernantes no apliquen la ley y se justifiquen aduciendo que estamos en una democracia y que sólo bajo el autoritarismo de épocas pasadas era posible aplicarla. En mi opinión, se equivocan.

El grado de impunidad en el que vivimos ha sido cultivado por todos, incluyendo a los ciudadanos y la sociedad civil. Si tuviéramos una balanza en la que de un lado estuviera la impunidad y del otro el Estado de derecho, sin duda pesaría más el de la impunidad.

Pero ¿qué es la impunidad? Para la experta en la materia Stella Maris Ageitos, se trata simplemente de "dejar sin ' juicio ni castigo a los culpables". El diccionario la define por su parte como "falta de castigo". Este cáncer llamado impunidad sólo podrá eliminarse por medio del Estado de derecho. 

Opina el constitucionalista Clemente Valdés:

Hablar de Estado de derecho es simplemente una apreciación con la que se quiere significar que existe un orden legal aceptable, o en otras palabras, una situación social en la cual existen reglas que, en general, se cumplen y se aplican, y que los individuos y los grupos obtienen una atención adecuada a sus demandas o a sus quejas. 

Si queremos ser un país fuerte, necesitamos un Estado de derecho fuerte, pues, como afirma el politólogo Ignacio Sotelo, el Estado existe gracias al derecho y éste se fundamenta en el Estado.

El Estado de derecho no pregunta quién gobierna, ni si lo hace uno o pocos o la mayoría, sino que dirige la cuestión al cómo se gobierna; es decir, si esto se hace respetando el principio de legalidad que dicta someter el Estado a derecho, con lo que se logra limitar el absolutismo monárquico. Nos topamos así con una primera acepción, todavía débil, de Estado de derecho, aquel en el que todos los órganos e instituciones del Estado están sometidos a derecho. Esto implica la juridicidad del Estado (Verrechtlichtung) y la legalización del derecho (Vergesetzlichtung).

El Estado de derecho conlleva además otros principios básicos, entre los que cabe subrayar el carácter general de la ley, sin que se acepte que se legisle para una persona o para un grupo; la prohibición de aplicar las leyes de manera retroactiva, y la obligación de que las leyes sean de conocimiento público, no se contradigan entre sí o sean de imposible cumplimiento.

Opina el abogado Julio Scherer Ibarra: 

La impunidad tensa las relaciones sociales. En el caso de que se adopte como una estrategia de Estado para preservar los intereses del poder, agrava el daño en proporción geométrica. La impunidad resquebraja el fundamento en que la sociedad se organiza y afirma su confianza en la ley." 

Señaló el general revolucionario Francisco José Mujica, en su obra Hechos, no palabras

Cuando en un pueblo o en una nación se pueden cometer impunemente abusos, delitos y arbitrariedades como los que han cometido Fulano, Zutano, Mengano y otros muchos funcionarios públicos que se les parecen, es una prueba evidentísima de que el respeto a la ley se ha perdido, y que se le ve con el más alto desprecio.


¿Quién es el principal culpable en este caso?, ¿el pueblo que tolera que un grupo de hombres lo dominen a su capricho?, ¿o los que lo dominan abusando de su ignorancia o de la paciencia de ese pueblo?


Creemos que ambos son culpables: el uno, porque tolera los delitos, y el otro, porque los comete. El respeto a la Ley es obligatorio para todos; gobernantes y gobernados deben respetarla.

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