El camino que estamos recorriendo
en nuestra aventura ciudadana nos ha mostrado algunos letreros que nos orientan
en direcciones diferentes: identidad, igualdad, pertenencia, leyes y derechos,
y hasta la justicia social ha salido a colación. Todos estos conceptos son en
realidad herramientas orientadas hacia un objetivo fijo y claro: convertirnos
en verdaderas ciudadanas y ciudadanos. Pero: ¿para qué tomarse la molestia de
serlo?, podría preguntarse alguien, con tantos problemas a que nos tenemos que
enfrentar. La respuesta es fácil: para ponernos a la altura de nuestra gran
nación, México.
Abundemos en el sentido de
pertenencia. El diccionario la define como “hecho o circunstancia de formar
parte de un conjunto, como una clase, un grupo, una comunidad, una institución,
etcétera. Dicho así, suena bien, pero ¿no crees que vale la pena profundizar
más? Por ejemplo, ¿has reflexionado qué implica en realidad
"pertenecer"? ¿De qué manera se puede pertenecer a algo?
PARTICIPAR Y PERTENECER
El filósofo español Fernando
Savater opina que hay dos maneras de formar parte de un grupo social:
participar y pertenecer. Estas maneras a veces se dan por separado, y otras
aparecen juntas. Pertenecemos a nuestra familia y sentimos responsabilidad
hacia ella, por lo general de modo espontáneo, "sin demasiado juicio
crítico"; pero también podemos pertenecer a un equipo de futbol, independientemente
de sus resultados. Para bien o para mal, formamos parte de estos conjuntos y
estamos dispuestos a justificarlos de manera incondicional, escribe
Savater."
En cambio, cuando hablamos de
participación, hablamos de una relación más deliberada y voluntaria.
Participamos en un grupo social porque así lo hemos decidido, no por lealtad, y
conservamos nuestro juicio crítico ante él. Participamos en un grupo cuando
asistirnos a un club, nos unimos a una red social o decidimos tomar alguna
clase. "En la pertenencia a un grupo lo que cuenta es ser del grupo, sentirse
arropado, identificado con él; en la participación lo importante son los
objetivos que pretendemos lograr por medio de la incorporación al grupo: si no
los conseguimos, lo dejamos."
Marshall, a su vez, también
define la pertenencia como un sentimiento en el que está involucrada la lealtad
a un grupo. “La ciudadanía requiere un vínculo de unión distinto, un
sentimiento directo de pertenencia a la comunidad basada en la lealtad a una
civilización que se percibe como patrimonio común".
Al hablar de ciudadanía, la
diferencia entre pertenencia y participación se vuelve relativa, difícil de establecer.
La clave para comprender que ciudadanía implica al mismo tiempo pertenencia y
participación puede encontrarse en las siguientes palabras de Marcos Fastlicht,
activista ciudadanos ex presidente del Consejo de Participación Ciudadana de la
Procuraduría General de la República (PGR):
Ciudadanía es pertenencia activa;
igualmente, esta noción propone la idea de pertenencia, vinculación y membresía
a una determinada comunidad, entre cuyos miembros se establecen relaciones de
interdependencia, responsabilidad, solidaridad y lealtad. En esta dirección.
"yo soy parte de" en la medida en que me siento y me comporto como
parte fundamental de la sociedad, mereciendo respetos generando
responsabilidades.”
Pertenecemos cuando formamos
parte de, y nos identificamos con un grupo. Sentimos obligación y lealtad hacia
la familia, nuestro club de futbol, nuestros amigos. Nos debemos a ellos. Para
participar, en cambio, es necesario que aceptemos voluntariamente regimos por
una estructura institucional y cumplir nuestras obligaciones y derechos
ciudadanos. La participación es, pues, una actitud sociopolítica.
FALTA DE PERTENENCIA...
¿A dónde nos lleva toda esta
disertación, te preguntarás? Es fácil percibir que el sentido o sentimiento de
pertenencia, de identificación con México se ha fragmentado, y el problema del
narcotráfico es perfecto ejemplo de ello. Hoy en día existen comunidades y
municipios, cuyos habitantes, o al menos algunos de ellos, se sienten más
identificados con un determinado grupo delictivo, pues en apariencia éste
satisface necesidades que no pudieron ser resueltas por el Estado. Así, el
número de individuos pertenecientes a un grupo, clan, banda o cártel dedicado a
delinquir continúa aumentando.
Por supuesto que la falta de
sensación de pertenencia va más allá del crimen. En enero de 2010, Felipe
Calderón declaró: "Yo nunca he escuchado a un brasileño hablar mal de
Brasil, y sí he escuchado a muchos mexicanos hablar mal de México en el
mundo". Este mal parece haber calado en numerosos sectores sociales. Sin
embargo, su relación con el aumento del crimen, y en particular del crimen
organizado, es hoy tema de debate nacional; ya se habla incluso de un
"Estado fallido". Para mí, resulta evidente que aún no hemos llegado
a este punto, pero también, por desgracia, que algunos municipios o poblaciones,
al carecer del sentido de pertenencia a las instituciones, se están
desintegrando. El problema es que, como afirma el teórico noruego Jon Elster, sin
confianza en las instituciones, las leves y reglas no sirven para nada, pues
son justamente las instituciones las encargadas de velar porque los individuos
y grupos sigan esas regias.
¿A dónde conduce esto? Directo a
un "estado de naturaleza". Cuando las autoridades municipales dejan
de funcionar o son cooptadas por grupos criminales, la comunidad entera cae en
una situación de anarquía. El investigador político José Antonio Crespo,
citando al filósofo Thomas Hobbes, describe el “estado de naturaleza" de
esta manera:
Cada individuo es libre de hacer
lo que le venga en gana pero, por lo mismo, estará expuesto a los abusos de los
demás. Es una situación de "anarquía" (etimológicamente, "sin
poder"), donde prevalece la "ley de la selva" o del más fuerte,
situación que puede despojar a los más débiles de sus posesiones, libertad o
vida. En esta condición cada individuo tratará de protegerse de los demás, pero
como no tendrá la fuerza suficiente para ello, además de estar en una situación
permanente de inseguridad, inquietud y temor, en cualquier momento podrá sucumbir
al asalto de sus congéneres.
El ÁGUILA NECESITA DESPERTAR...
Insistimos: el sentido de
pertenencia a nuestro México debe fortalecerse. Este vínculo de pertenencia —o
sentimiento, como decía Marshall— tiene que ejercitarse mediante la
participación ciudadana. En consecuencia, nuestros pensamientos, actos y palabras
sobre nuestra gran nación, México, deben ser positivos, puesto que, en caso
contrario, cortamos consciente o inconscientemente los hilos de nuestra
pertenencia o unión con México. Ahora bien, por qué no mejor hacemos el
ejercicio a la inversa, vale la pena preguntarnos. ¿y si nuestro país hablara
de nosotros, qué diría? Podrás tener algunas respuestas, pero una sensata sería
que lo que sucede es que hay muy pocos ciudadanos mexicanos, dado que la
mayoría son habitantes adormilados que deben despertar. El águila necesita
despertar, el ciudadano tiene que despertar.
Lo anterior me hace recordar
estas palabras de Mahatma Gandhi:
Cuida tus pensamientos
porque se volverán palabras.
Cuida tus palabras
porque se volverán actos.
Cuida tus actos
porque se volverán costumbre.
Cuida tus costumbres
porque forjarán tu carácter.
Cuida tu carácter
porque formará tu destino.
Y tu destino será tu vida....
Siguiendo los principios de este
líder, si cuidamos nuestros pensamientos, palabras, actos y costumbres a favor
de nuestro país, el destino será tener un México sano y fuerte.
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